Una denuncia estremecedora ha puesto en la mira al centro de detención migratoria Alligator Alcatraz, una instalación ubicada en los Everglades de Florida, conocida por sus condiciones extremas y aislamiento.
Lindsey, una extrabajadora que prestó servicios como oficial de correcciones para la empresa GardaWorld Federal Services, rompió el silencio en una entrevista exclusiva con Telemundo 51, revelando el lado más oscuro de este controvertido centro.
Según su testimonio, “las condiciones eran miserables”. Durante su estancia, Lindsey vivió en remolques compartidos con baños portátiles sin agua caliente, donde las instalaciones colapsaban por la cantidad de personas.
Afirmó que los migrantes vivían hacinados en tiendas improvisadas, sin acceso a duchas regulares, sin luz solar, y sin saber siquiera qué hora del día era. “Cada tienda contenía de 35 a 38 internos, con más de 300 personas por espacio. Era como una perrera gigante”, aseguró.
Pero la situación no era mejor para el personal. Lindsey dijo que enfermó de Covid-19 y fue despedida sin recibir su salario, bajo acusaciones falsas de alterar documentos médicos. Lo niega todo y asegura que simplemente fue una represalia. También reportó graves problemas de salubridad: filtraciones de agua, mosquitos constantes y un ambiente insalubre generalizado. “El lugar era un pantano infestado, tanto literal como moralmente”, afirmó.
No solo ella ha alzado la voz. Migrantes cubanos detenidos en Alligator Alcatraz han ofrecido testimonios similares. Jesús Martínez, uno de los internos, describió que los baños se desbordan con frecuencia, que el piso se llena de excremento y que los horarios de comida son arbitrarios. “Nos sacan a comer cuando quieren, a veces a las 9, otras a las 12 de la noche. Nos tratan como perros”, dijo.
El centro fue inaugurado el 1 de julio bajo la administración de Donald Trump, con capacidad para 5,000 personas, y construido sobre una pista aérea abandonada en plena zona de caimanes y pitones.
Las denuncias han despertado fuertes críticas por parte de organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch, que advierte que el 72% de los detenidos no tiene antecedentes penales.
Mientras tanto, se rumorea que el gobierno de Florida planea replicar este modelo en otro sitio cerca de Jacksonville. La historia de Lindsey podría ser solo el comienzo de una ola de revelaciones sobre lo que ocurre tras las vallas de Alligator Alcatraz.
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