En un video difundido recientemente, María Victoria Gil —hermana del ex‐ministro cubano Alejandro Gil— hace declaraciones contundentes acerca de la situación en que se encuentra su hermano y de las razones por las que teme que ciertas informaciones salgan a la luz.
Según relata, su hermano “sabe muchas cosas que no conviene que se sepan”, una frase que deja entrever la magnitud y el carácter sensible de lo que estaría en juego.
María Victoria explica que desde hace tiempo ha venido observando señales de presión política sobre su hermano, quien —asegura— habría accedido a cargos de alto nivel bajo promesas o compromisos que hoy lo ponen en una situación de vulnerabilidad. Ella afirma que Alejandro Gil fue “manipulado por el régimen” y que, aunque tuvo un papel relevante en la economía del país, ciertos hechos fueron fuera de su control o bajo influencias que él no pudo o no quiso resistir.
La hermana añade que el proceso legal que enfrenta el ex-ministro está ya encaminado hacia una petición de cadena perpetua por parte de la fiscalía, lo cual, de confirmarse, mostraría la gravedad de los cargos.
Sin embargo, ella no se limita a hablar del aspecto legal: advierte que lo que verdaderamente inquieta a la familia es lo que aún no ha salido públicamente, aquellas “cosas que no deben salir a la luz”, que pueden implicar a otras personas o revelar mecanismos internos del poder que permanecen ocultos.
Una de las expresiones más emotivas del video es cuando María Victoria dice que su hermano “sabe muchas cosas que no conviene que se sepan”, lo cual da a entender que su conocimiento podría poner en riesgo no solo su libertad, sino también la estabilidad de estructuras más amplias. Ella teme que la exposición de ese conocimiento pueda desencadenar represalias o represiones, tanto personales como familiares.
Adicionalmente, señala que en los últimos años el discurso público del Gobierno —del cual su hermano fue parte— ha dicho una cosa, y la realidad ha sido otra. En su opinión, hay una contradicción entre lo que se dice a la ciudadanía y lo que ocurre en el interior de las instituciones.
Ella dice que esta desconexión es la que ha llevado a su hermano a una situación límite: “Él cumplió órdenes, pero esas órdenes también lo pusieron a él en una encrucijada”.
Finalmente, María Victoria hace un llamado a la comunidad internacional y a los medios a que presten atención, pues considera que el caso de su hermano “no es solo un caso aislado”, sino un símbolo de tensiones más profundas en el sistema.
“Si lo que él sabe sale adelante —advierte— probablemente cambie muchas cosas”, y eso, para ella, es lo que tanto “no conviene que se sepa”.
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