Aunque las autoridades insisten en que las campañas de fumigación son gratuitas, en varias provincias de Cuba los vecinos denuncian tener que pagar entre 2.500 y 3 mil pesos por “el servicio”.
La activista Gretell Salermo reveló audios y testimonios que confirman la práctica en municipios como Arroyo Naranjo, San Miguel del Padrón, Santa Clara, Camagüey y Holguín. Los fumigadores —presuntamente empleados del Estado— exigen dinero a cambio de rociar las casas, en plena crisis sanitaria por el repunte de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue y el chikungunya.
“Mucho humo y no mata nada”, se quejó una vecina habanera, mientras otros ironizan sobre cómo hace 15 años la fumigación costaba apenas 50 pesos. Hoy, sin control efectivo de vectores ni medicamentos disponibles, los hospitales están saturados y los enfermos se multiplican.
Organizaciones como el Observatorio Cubano de Conflictos y la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba califican la situación como un “genocidio silencioso”, denunciando la negligencia estatal ante el colapso sanitario que afecta a miles de ciudadanos.
Pese a los reportes de fallecimientos, el gobierno solo ha reconocido tres muertes vinculadas a estas enfermedades. Mientras tanto, la población se siente desamparada y traicionada por un sistema que dice protegerla, pero cobra por lo que debería ser un servicio público esencial.
Una periodista oficialista lo resumió con crudeza: “No hay muertos, porque los muertos solo les duelen a quienes los pierden… lo que pasa es que duele el abandono”.
En Cuba, hasta el humo tiene precio.
Fuente: Periódico Cubano
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