La profunda escasez de medicamentos en Cuba ha provocado que miles de familias recurran a remedios naturales, muchos de ellos transmitidos de generación en generación, como el uso del cocimiento de hojas de frutabomba (papaya) para aliviar los síntomas del chikungunya.
Esta práctica, extendida por varias provincias, refleja el colapso del sistema de salud pública y la desesperación de una población que enfrenta brotes virales sin acceso a fármacos básicos.
En redes sociales, especialmente en TikTok, la creadora cubana Zami Suárez (@zami_suarez6) mostró cómo hierve hojas de frutabomba para preparar una infusión que, según ella, ha ayudado a su familia a sobrellevar el dolor articular, la fiebre y la debilidad provocados por el virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti.
“En mi casa no hay una sola medicina. Esto es lo único que tenemos para combatir el chikungunya”, dice Suárez mientras muestra las hojas hervidas. Muchos usuarios coinciden en que en los consultorios médicos y policlínicos del país se ha comenzado a recomendar el uso de plantas medicinales como alternativa temporal, ante la falta de medicamentos en farmacias y hospitales.
Entre los consejos populares destacan beber mucha agua, consumir caldos ricos en colágeno —como los de patas de gallina o cerdo— y preparar infusiones de cereza o frutabomba para fortalecer el sistema inmune y elevar las plaquetas. Sin embargo, médicos y expertos advierten que no existe evidencia científica que respalde la eficacia del té de frutabomba contra el chikungunya. Los estudios disponibles sobre la planta se limitan a observaciones experimentales y ninguno la reconoce como tratamiento clínico seguro.
La crisis sanitaria ha alcanzado niveles alarmantes: pacientes con fiebre, dolores musculares o enfermedades crónicas deben improvisar remedios naturales ante la falta de antibióticos, antipiréticos o analgésicos.
En barrios y comunidades rurales, se organizan “boticas verdes” caseras donde los vecinos intercambian hojas, raíces y frutas con supuestos fines curativos.
Mientras tanto, las autoridades cubanas continúan sin ofrecer una solución efectiva al desabastecimiento que afecta tanto a la red farmacéutica estatal como a los hospitales. Ante esta realidad, los cubanos vuelven a refugiarse en la medicina tradicional, buscando alivio en lo que la naturaleza ofrece, aunque sin la certeza de que esos remedios realmente curen.
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