El dictador cubano Miguel Díaz-Canel volvió a ponerse del lado de su aliado y homólogo venezolano, Nicolás Maduro, luego de que el gobierno de Estados Unidos anunciara que duplicará la recompensa por información que conduzca a su captura. La cifra, que asciende ahora a 50 millones de dólares, forma parte de la investigación que vincula directamente a Maduro con el narcotráfico internacional.
Washington acusa desde hace años al mandatario venezolano de liderar junto a altos cargos militares y políticos el denominado “Cartel de los Soles”, una red criminal responsable de enviar toneladas de cocaína a territorio estadounidense y a otras partes del mundo. Las pruebas, según el Departamento de Justicia, incluyen testimonios de exfuncionarios, registros financieros y operaciones de inteligencia que demostrarían la implicación directa de Maduro.
Díaz-Canel salió en su defensa, acusando a Estados Unidos de “actuar como juez global” y de aplicar medidas “ilegales y unilaterales” contra su socio político. “Nuevamente el gobierno de EE.UU. se presenta como ‘juez global’ para justificar sus ilegales y unilaterales medidas contra Venezuela y su legítimo presidente Nicolás Maduro”, escribió en su cuenta de X.
La reacción del régimen cubano no sorprende. Durante más de dos décadas, La Habana y Caracas han tejido una alianza ideológica, económica y represiva. El modelo exportado por Hugo Chávez y continuado por Maduro —y apoyado por Cuba— combina control absoluto del poder político, represión sistemática de la disidencia, censura de prensa y uso de los recursos del Estado para beneficio de las élites gobernantes, mientras la población enfrenta pobreza extrema, escasez y migración masiva.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, calificó el anuncio de la recompensa como un “fraude propagandístico” y una violación del Derecho Internacional. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores venezolano, Yván Gil, desestimó las acusaciones, llamándolas una “cortina de humo” para complacer a la oposición.
Sin embargo, los cargos contra Maduro son serios y están respaldados por años de investigaciones judiciales. En 2020, EE.UU. ya había ofrecido 15 millones de dólares por su captura. La cifra fue elevada progresivamente hasta llegar a los actuales 50 millones, reflejando la gravedad de las acusaciones.
La defensa de Díaz-Canel a Maduro no es solo un gesto de lealtad ideológica, sino también una estrategia de supervivencia mutua. Ambos regímenes dependen de mantenerse unidos frente a la presión internacional: Cuba recibe petróleo y apoyo financiero de Venezuela, mientras Caracas se beneficia del aparato de inteligencia y represión cubano, que ha sido clave para sofocar protestas y vigilar a opositores.
La postura de La Habana confirma que la alianza entre ambas dictaduras va más allá de lo diplomático: comparten métodos, objetivos y un mismo desprecio por la democracia y los derechos humanos. Mientras tanto, millones de venezolanos y cubanos continúan viviendo bajo sistemas que priorizan el poder absoluto de sus líderes por encima del bienestar de sus pueblos.
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