La cadena estadounidense CNN ha publicado un extenso reportaje sobre la crisis en Cuba, en el que retrata una realidad marcada por la acumulación de basura, apagones que se prolongan hasta 20 horas y una economía que el propio gobierno define como de guerra.
La descripción de La Habana incluye calles con desechos sólidos sin recoger, consecuencia de una flota de camiones reducida y sin combustible, pues el Estado prioriza la limpieza de las zonas turísticas. En los barrios más alejados, los residentes viven entre montones de basura que se acumulan durante semanas.
El déficit energético es otro de los factores más graves. Según estimaciones, más del 40% del país sufre apagones simultáneos, obligando a la población a reorganizar su vida diaria.
El fotógrafo cubano Lázaro Hernández explicó a CNN que la falta de electricidad interrumpe su trabajo, ya que depende de la conexión a Internet para colaborar en proyectos vinculados al turismo. Esta inestabilidad no solo afecta a la vida doméstica, sino también al sector productivo, generando una parálisis que agrava la crisis generalizada.
“Cuba vive bajo lo que se denomina una ‘economía de guerra’”, señala el informe, recordando que el PIB cayó un 1.1% en 2024 y que las proyecciones para 2025 apuntan a un retroceso aún mayor.
La inflación se mantiene en niveles que erosionan el poder adquisitivo, dejando a jubilados y trabajadores con ingresos mínimos en una situación de extrema vulnerabilidad.
A la falta de electricidad se suma la crisis del agua: cerca de un millón de cubanos no tienen acceso regular a este recurso debido a que los sistemas de bombeo no pueden funcionar sin energía. En algunos barrios de La Habana se han registrado protestas, con residentes bloqueando calles en reclamo de agua potable.
La economía sufre un colapso en sectores históricos. La zafra azucarera de 2024 fue la peor en más de un siglo, con menos de 150.000 toneladas, lo que evidencia la profunda ineficiencia agrícola.
El turismo, una de las principales fuentes de divisas, también atraviesa un declive: la ocupación hotelera cayó al 24% en el primer trimestre de 2024, reflejando que los visitantes evitan la Isla por la falta de servicios básicos.
El gobierno insiste en culpar al embargo de Estados Unidos y a la pandemia de COVID-19, pero economistas como Mauricio De Miranda subrayan que la raíz del problema es estructural, ligada al modelo centralizado que se resiste a transformaciones profundas.
Sin un cambio de rumbo, el futuro de Cuba parece cada vez más incierto.