El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estableció un plazo de dos semanas para determinar si las negociaciones diplomáticas actuales pueden abrir un camino hacia el fin de la guerra en Ucrania. “Lo sabremos en dos semanas, de una manera u otra”, dijo en una entrevista, advirtiendo que, de no haber avances, podría adoptarse un “enfoque diferente”, sin precisar los detalles.
La declaración sigue la misma estrategia retórica de Trump de fijar plazos cortos para resolver crisis complejas, un patrón repetido desde mayo cuando evaluaba la disposición de Vladimir Putin a dialogar. Hasta ahora, ninguna de estas fechas límite ha producido resultados tangibles, mientras la guerra iniciada en febrero de 2022 sigue cobrando miles de vidas y desplazando a millones.
Las palabras del mandatario se dieron tras encuentros clave: una reunión en Alaska con Putin y una cumbre en la Casa Blanca con el presidente ucraniano Volodímir Zelensky y líderes europeos. A pesar de las expectativas, el encuentro con el Kremlin no generó avances concretos, ya que Moscú insiste en que Ucrania ceda territorios ocupados, incluidos Donetsk y Crimea, condiciones rechazadas de plano por Kiev.
Zelensky acusó a Rusia de eludir el diálogo directo, mientras el Kremlin culpó a Ucrania de exigir “garantías de seguridad incompatibles con nuestras demandas”. Este cruce evidencia que el principal obstáculo sigue siendo la negativa de Moscú a abandonar sus pretensiones territoriales.
Trump, en su estilo característico, combinó lenguaje diplomático con insinuaciones de presión militar, alentando a Ucrania a mantener la ofensiva: “Es muy difícil, si no imposible, ganar una guerra sin atacar a un país invasor”, afirmó.
Durante la cumbre en Washington, los líderes europeos discutieron las condiciones mínimas de seguridad que Ucrania considera esenciales para cualquier acuerdo, similares al artículo 5 de la OTAN, que contempla que un ataque a un miembro se considere un ataque a todos.
El conflicto sigue siendo una guerra de desgaste: millones de desplazados internos, cientos de miles de víctimas y ataques constantes de Rusia contra infraestructura civil y energética, en violación del derecho internacional humanitario. Moscú presenta sus operaciones como “defensivas”, pero la ocupación de territorios y el uso del hambre y el frío como armas reflejan la realidad sobre el terreno.
En Washington, legisladores de ambos partidos coinciden en que cualquier acuerdo que sacrifiquen la integridad territorial de Ucrania sería inaceptable. Sin embargo, Trump plantea la posibilidad de concesiones a Putin, mientras que Kiev se mantiene firme en rechazar negociaciones que impliquen ceder soberanía.