Una historia que toca profundamente el corazón es la de Lisandra Maceo García, una joven madre de apenas 26 años con dos niños —uno de 7 años y un bebé de 3 meses.
Lisandra falleció después de haber permanecido en estado vegetativo tras un paro respiratorio de 35 minutos ocurrido apenas 21 días después de haber dado a luz.
Debido a las graves secuelas del paro, Lisandra permaneció en estado vegetativo, requiriendo cuidados médicos intensivos.
Se le realizó una traqueostomía para intervenir en su respiración y se alimentaba mediante una sonda directa al estómago. A pesar de estos esfuerzos médicos, su condición no mejoró y finalmente falleció, generando una profunda conmoción en su entorno.
El mensaje final publicado por Leandro Peña Gutiérrez refleja el dolor y la solidaridad que muchos sienten:
“Vuela alto, guerrera. Que Dios te dé ese lugarcito a su lado ... Es una historia muy triste dejar a esos pequeños bebés sin el calor de su madre. EPD. Luz para tu espíritu.”
Este tipo de situaciones —jóvenes madres que enfrentan complicaciones críticas tras el parto— son devastadoras tanto para la familia como para la comunidad.
Más allá de la narrativa, resuena la urgencia de recordar lo frágil que puede ser la vida, y lo vital que es brindar apoyo emocional y espiritual a sobrevivientes y seres queridos en momentos tan desgarradores.