El presidente de Estados Unidos Donald Trump y el mandatario ruso Vladímir Putin mantendrán un encuentro el próximo 15 de agosto en Alaska con el objetivo de abordar opciones para poner fin a la guerra en Ucrania.
Se trata de la primera reunión bilateral entre ambos líderes desde junio de 2019, cuando coincidieron en la cumbre del G20 en Japón. Según confirmó el portavoz del Kremlin Yuri Ushakov, el lugar fue elegido no solo por su carácter simbólico —fue territorio ruso hasta su venta a EE.UU. en 1867— sino también porque representa un punto de contacto de intereses económicos en el Ártico.
Trump anunció la cita a través de su cuenta en Truth Social, adelantando que próximamente se darán a conocer más detalles de la agenda. Sin embargo, dejó entrever que su propuesta incluiría un “intercambio” de territorios entre Rusia y Ucrania para facilitar un acuerdo. “Vamos a recuperar parte y vamos a intercambiar otra. Habrá un intercambio de territorios para conveniencia de los dos”, declaró el mandatario norteamericano.
La reacción desde Kiev no se hizo esperar. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski rechazó tajantemente cualquier plan que implique ceder territorio a Rusia, afirmando que “no recompensaremos a Rusia por lo que ha perpetrado”. Zelenski subrayó que la paz debe ser “digna” y que cualquier negociación que excluya a Ucrania será “una decisión contra la paz”.
El mandatario reiteró que su gobierno está dispuesto a tomar decisiones reales para alcanzar el fin del conflicto, pero advirtió que acuerdos sin la participación de Kiev serán “fallidos” e “inviables”.
Hasta ahora, los contactos directos entre representantes rusos y ucranianos se han limitado a negociaciones puntuales en Estambul para el intercambio de prisioneros, sin avances sustanciales en un alto el fuego o solución definitiva. La brecha entre las posiciones de Moscú y Kiev sigue siendo considerable y las condiciones que plantea cada parte resultan incompatibles.
A pesar de ello, Trump parece decidido a proyectarse como mediador internacional. El mismo día que confirmó la cita con Putin, intervino en el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, buscando afianzar su imagen como “pacificador”.
Sin embargo, la propuesta territorial que se vislumbra para Ucrania genera más tensiones que consensos y su viabilidad se percibe limitada mientras Kiev mantenga su negativa a ceder territorio.
La cumbre de Alaska será observada con atención por la comunidad internacional, pues podría marcar un punto de inflexión en el curso de la guerra o, por el contrario, evidenciar que las distancias políticas y estratégicas entre las partes siguen siendo insalvables.
Fuente: El HuffPost
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