El drama de los migrantes cubanos en Estados Unidos vuelve a ser noticia, esta vez con el testimonio de Ernesto Martínez Feria, quien asegura que sufrió un infarto dentro de una celda de castigo en un centro de detención en El Paso, Texas. El hombre llevaba más de 12 días en huelga de hambre cuando su salud se deterioró gravemente.
En una entrevista con Univisión, Martínez relató que se sintió débil, con dolores en el pecho y mareos hasta que perdió el conocimiento. Confirmó que el infarto ocurrió mientras estaba aislado en la celda de castigo, lo que según denuncia agravó su situación física y emocional. Actualmente recibe medicamentos para controlar la presión arterial y la pulsación, aunque asegura que sigue en un proceso de recuperación lento y doloroso.
La historia no termina ahí. El cubano ya había denunciado anteriormente haber sido golpeado por agentes migratorios tras negarse a ser deportado hacia México. “Me pegaron porque no quise regresar”, declaró en su momento, señalando abusos y maltratos que se suman a un historial de quejas de otros migrantes en centros de detención estadounidenses.
Organizaciones de derechos humanos han alertado en repetidas ocasiones sobre las condiciones en que permanecen los migrantes en esos recintos: hacinamiento, falta de atención médica oportuna, uso del aislamiento como castigo y prácticas que rozan la violación de los derechos fundamentales.
El testimonio de Martínez viene a reforzar estas denuncias, mostrando el costo humano que pagan muchos en su intento por lograr asilo en EE.UU.
El caso de este cubano ha comenzado a circular con fuerza en redes sociales, donde usuarios muestran indignación por lo ocurrido. Algunos califican lo sucedido como “inhumano”, mientras otros llaman a exigir mayores garantías y supervisión independiente en los centros de detención.
La situación de Martínez también pone de relieve la desesperación de quienes llegan a Estados Unidos buscando refugio. Las huelgas de hambre, como la que él emprendió, suelen ser un último recurso de protesta frente a la indefensión y la incertidumbre legal.
Mientras tanto, la pregunta queda abierta: ¿qué mecanismos existen para garantizar que migrantes como Ernesto Martínez reciban un trato digno y humano mientras esperan la resolución de sus casos?
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