La Marina de Estados Unidos confirmó el lanzamiento de cuatro misiles balísticos intercontinentales Trident II D5 desde un submarino de la clase Ohio frente a la costa este de Florida.
Según el comunicado oficial, las pruebas se llevaron a cabo entre el 17 y el 21 de septiembre, como parte de un programa rutinario para comprobar la fiabilidad y precisión del sistema. Aunque el Pentágono insistió en que los ensayos “no están vinculados a acontecimientos internacionales”, el hecho coincide con un aumento de la presencia militar de Washington en el Caribe, región donde las fricciones con Venezuela no dejan de escalar.
Uno de los lanzamientos, efectuado en la noche del domingo, iluminó el cielo y fue visible desde Puerto Rico, lo que generó sorpresa entre residentes y curiosidad en las redes sociales. Con esta nueva serie de pruebas, los Trident II D5 acumulan 197 lanzamientos exitosos, consolidando su reputación como uno de los sistemas estratégicos más confiables del arsenal nuclear estadounidense. Estos misiles tienen un alcance estimado de 12,000 kilómetros y capacidad para transportar múltiples cabezas nucleares, lo que los convierte en pieza clave de la disuasión marítima de EE.UU.
El vicealmirante Johnny R. Wolfe, director de los Programas de Sistemas Estratégicos, subrayó que la fiabilidad demostrada en estos ensayos garantiza “la Paz a través de la Fuerza”, al tiempo que recordó que la Armada trabaja en el desarrollo de futuros sistemas para mantener la supremacía militar en las próximas décadas.
Paralelamente, Washington mantiene desde agosto un despliegue reforzado en el Caribe, que oficialmente busca combatir el narcotráfico procedente de las costas venezolanas. Sin embargo, analistas apuntan que la magnitud del operativo —que incluye destructores, buques de asalto anfibio, un submarino de propulsión nuclear y cazas F-35B enviados a Puerto Rico— va más allá de simples operaciones antidroga y responde a una estrategia de presión directa sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
En las últimas semanas, la Marina estadounidense reportó la destrucción de cuatro narcolanchas presuntamente vinculadas a carteles venezolanos, aunque Caracas ha calificado esos reportes como “montajes fabricados con inteligencia artificial”. La respuesta del chavismo no se hizo esperar: el propio Maduro ordenó movilizar tropas hacia la frontera con Colombia y reforzar la defensa de las costas, acusando a la Casa Blanca de buscar su derrocamiento mediante un cerco militar.
La creciente militarización eleva los riesgos en la región. Observadores advierten que la combinación de maniobras navales, vuelos de combate y declaraciones hostiles podría desembocar en un incidente no deseado. Aunque ambos gobiernos mantienen la retórica de defensa y disuasión, lo cierto es que el Caribe se ha convertido en un tablero de tensión geopolítica con consecuencias imprevisibles.
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