Las autoridades de Bayamo, en la provincia de Granma, desmantelaron en los últimos días una fábrica clandestina dedicada a la producción ilegal de galletas, según trascendió en redes sociales. Vecinos de la zona confirmaron que la policía intervino en el barrio y detuvo a los responsables de la operación, quienes no contaban con ninguna documentación que avalara la legalidad de su actividad.
De acuerdo con la denuncia, en el lugar se ocuparon grandes volúmenes de materia prima destinada a la elaboración de galletas, lo que demuestra que la operación estaba funcionando a una escala considerable. Sin embargo, las condiciones higiénicas del improvisado taller eran deficientes y no cumplían con las normas sanitarias mínimas para la manipulación de alimentos, lo que representaba un riesgo de salud para la población.
Las autoridades señalaron que el consumo de productos elaborados en espacios sin control sanitario puede derivar en intoxicaciones y enfermedades, sobre todo en un contexto en el que la escasez de alimentos en la isla lleva a muchos ciudadanos a adquirir mercancías de dudosa procedencia.
Vecinos que presenciaron el operativo aseguraron que la situación era conocida en la comunidad, pero que no se había actuado antes pese a las quejas. “Lo peor era la falta de higiene. Allí no había condiciones para preparar comida que luego iba a llegar a las manos de la gente”, comentó un residente de Bayamo.
El hallazgo de esta fábrica se produce en medio de la profunda crisis económica que atraviesa Cuba, caracterizada por la falta de productos básicos en los mercados estatales. Este escenario ha provocado un auge de iniciativas clandestinas para suplir la demanda de alimentos, aunque la mayoría opera sin permisos ni garantías sanitarias.
Las llamadas “fábricas caseras” de galletas, panes o dulces son cada vez más frecuentes en barrios y municipios del país. En muchos casos, constituyen la única alternativa para familias que buscan generar ingresos o suplir el consumo de su comunidad. Sin embargo, al no estar reguladas, terminan chocando con las leyes vigentes y con las inspecciones estatales.
La clausura de este taller en Bayamo ha generado opiniones divididas. Por un lado, hay quienes respaldan la acción policial y subrayan el riesgo de consumir alimentos elaborados en condiciones insalubres. Por otro, algunos vecinos consideran que mientras persista la escasez de productos básicos, la población continuará recurriendo a alternativas fuera del mercado formal.
“Es cierto que aquello no estaba en condiciones, pero también es verdad que la gente busca cómo sobrevivir. Si hubiera galletas en la bodega o en las tiendas, nadie se arriesgaría a comprarlas clandestinas”, expresó otra residente de Granma.
El caso se suma a otros reportados en diferentes provincias del país, donde la falta de regulación y la presión de la crisis económica han dado pie a un mercado informal de alimentos que, aunque responde a la necesidad, pone en evidencia los riesgos sanitarios y legales que enfrentan tanto productores como consumidores.
Isabella Ladera reaparece tras el escándalo: “El odio solo le hace daño al que lo siente”
Hace 1 día