Cada 24 de septiembre, en distintos rincones de Cuba, se respira un ambiente de devoción marcado por una doble tradición que forma parte inseparable de la identidad cultural de la Isla: el día de Obbatalá, deidad yoruba considerada el padre de todos los orishas y símbolo de la pureza, y el día de la Virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos y una de las figuras más veneradas dentro del catolicismo.
El sincretismo religioso que une a Obbatalá con la Virgen de las Mercedes es uno de los más representativos dentro de la religiosidad popular cubana. Llegó con los esclavos africanos traídos a la Isla, quienes, para mantener vivas sus creencias, asociaron sus divinidades con imágenes del santoral católico. En el caso de Obbatalá, su vínculo con la Virgen de las Mercedes surge de las similitudes en atributos: ambos son vistos como protectores, como símbolos de paz, pureza, justicia y misericordia.
Para muchos cubanos, Obbatalá representa la sabiduría, la templanza y la serenidad. Es el orisha de las cabezas, el que moldea el destino y guía el pensamiento. De ahí que quienes lo veneran le pidan claridad para tomar decisiones y equilibrio en momentos difíciles. En la liturgia afrocubana se le ofrece con preferencia el color blanco, símbolo de luz y limpieza espiritual, y se le invocan plegarias de paz y prosperidad.
Por otra parte, la Virgen de las Mercedes se ha consolidado como un referente de fe en la tradición católica cubana. Su imagen suele llenar templos y procesiones, especialmente en La Merced de La Habana Vieja, donde cada 24 de septiembre se congregan cientos de fieles. Ella es reconocida como patrona de los cautivos y protectora de quienes atraviesan momentos de desesperanza.
La unión de ambas figuras no es solo un ejemplo de religiosidad popular, sino también un símbolo de resistencia cultural y de identidad. En Cuba, el sincretismo no se limita a lo espiritual: se convierte en una manera de concebir la vida, de reinterpretar la historia y de mantener vivas tradiciones que, pese al paso del tiempo, siguen convocando a creyentes y curiosos.
Días como hoy son una oportunidad para recordar que la fe, en sus múltiples formas, continúa ocupando un lugar central en la vida de miles de cubanos. Ya sea con flores blancas para Obbatalá o con velas encendidas ante la Virgen de las Mercedes, el pueblo rinde homenaje a esa mezcla única de religiones que caracteriza a la Isla. Una mezcla que habla de raíces africanas y europeas, de resistencia cultural y de la búsqueda constante de consuelo, esperanza y armonía.
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