En Guantánamo, el ingenio cubano nunca duerme, aunque el calor de los contenedores lo haga sudar a chorros. Las nuevas casas metálicas para damnificados del huracán Óscar no pasaron desapercibidas en redes sociales: los internautas las bautizaron de inmediato como “el microondas”, porque cualquiera que se aventure dentro a mediodía podría salir perfectamente dorado, crujiente por fuera y tierno por dentro.
La ironía corre como la brisa que, en estas latitudes, se hace esperar. “Qué buen conductor del calor es este metal”, comentaba un usuario con sarcasmo, mientras otro preguntaba si vendrían con aires acondicionados que funcionen sin corriente, porque en Cuba, la electricidad parece un lujo con horario reducido.
Los chistes se multiplicaban: “Tiempo de cocción: 45 minutos”, decía uno y otro replicaba: “Ideal para hacer un arroz a la cubana mientras uno sobrevive al huracán del verano”.
Pero no todo es humor negro; también hay preocupación. Los cubanos recuerdan que Guantánamo no solo brilla por el sol, sino por tormentas eléctricas que podrían convertir estas “joyas de la ingeniería” en hornos metálicos con riesgo de electrocución.
“Si empieza a tronar, mejor salir corriendo o instalar cables a tierra”, alertaba una usuaria, con el típico toque de humor mezclado con prudencia.
El gobierno asegura que cada contenedor tiene dos habitaciones, sala, cocina y baño, y que estarán protegidos contra la corrosión. Los cubanos, sin embargo, ven otra cosa: una improvisación con chapa y clavos, un parche que hace que los afectados se sientan como piezas de comida rápida listas para el microondas, mientras funcionarios observan la obra desde la sombra, sin sudar ni un gramo.
En los comentarios, algunos defendían el concepto de reciclaje: “En otros países sí funcionan, pero allá ponen inversión y planificación; aquí solo ponemos esperanza y metal”.
La burla es cubana, ingeniosa y cruel a la vez: un pueblo que convierte la indignación en risas, incluso cuando la realidad quema más que el sol. Porque si algo sabe hacer el cubano es sobrevivir con humor y si tiene que vivir en un microondas gigante, al menos que el ingenio no falte para no derretirse del todo.
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