La actriz italiana Claudia Cardinale, una de las grandes figuras del cine europeo de los años sesenta y setenta, falleció en Nemours, Francia, a los 87 años, según informó su representante Laurent Savry. Estuvo acompañada por sus hijos en sus últimos momentos.
La noticia provocó numerosas reacciones en Europa. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, la definió como “una estrella italiana y mundial que permanecerá en la eternidad del cine”. Por su parte, el ministro de Cultura de Italia, Alessandro Giuli, destacó su “talento excepcional” y la consideró “una de las más grandes actrices italianas de todos los tiempos”.
Cardinale participó en más de un centenar de películas y series, pero su imagen quedó inmortalizada en algunos títulos esenciales del cine europeo. En 1963 brilló en 8½ de Federico Fellini junto a Marcello Mastroianni y en El gatopardo de Luchino Visconti, donde interpretó a Angelica Sedara. Años más tarde conquistó al público internacional con Érase una vez en el Oeste de Sergio Leone.
Su carrera comenzó casi por azar. Nacida en Túnez en 1938, hija de inmigrantes sicilianos, obtuvo notoriedad tras ganar un concurso de belleza local que la llevó al Festival de Venecia. Aunque inicialmente aspiraba a ser maestra, terminó convertida en actriz gracias a la insistencia de la industria italiana. “El cine fue un accidente”, declaró al recibir un premio en Berlín en 2002.
Aunque su éxito en Europa fue inmediato, Hollywood también intentó atraerla. Actuó en Blindfold (1965) junto a Rock Hudson y en No hagan olas (1967) con Tony Curtis. Sin embargo, siempre rechazó los contratos de exclusividad porque no quería abandonar el cine europeo. Entre sus experiencias en Estados Unidos, destacó Los profesionales (1966), dirigida por Richard Brooks y coprotagonizada por Burt Lancaster y Lee Marvin, película que ella misma consideraba la mejor de su etapa en Hollywood.
Cardinale fue promocionada en su juventud como la “respuesta italiana a Brigitte Bardot”, aunque construyó una carrera más sólida y variada, trabajando con directores como Visconti, Fellini, Leone y Brooks. Su estilo interpretativo, su belleza mediterránea y su particular voz —que en sus primeras películas fue doblada por su acento— la convirtieron en un ícono del cine clásico.
A lo largo de su trayectoria recibió numerosos premios, entre ellos el León de Oro a la trayectoria en el Festival de Venecia. En 2000 fue nombrada embajadora de buena voluntad de la UNESCO, donde defendió con firmeza los derechos de las mujeres.
En el terreno personal, estuvo casada con el productor Franco Cristaldi, con quien tuvo un hijo. Más adelante mantuvo una larga relación con el director italiano Pasquale Squitieri, padre de su segunda hija.
“Es maravilloso vivir tantas vidas”, dijo alguna vez, refiriéndose a su carrera. Con su muerte desaparece no solo una actriz, sino también un símbolo de una época dorada del cine europeo.
Fuente: AP
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