El caso que estremeció a La Habana el pasado 25 de agosto ha dejado más preguntas que respuestas. En plena madrugada, un Audi rojo arrolló a nueve personas en la céntrica avenida Galiano, dejando un saldo trágico: una mujer embarazada muerta, Mairovis Valier Heredia, y ocho heridos, entre ellos tres familiares de la víctima. Pero lo más escandaloso no fue el suceso, sino lo que vino después.
Detenido por el hecho fue Berto Savina, conocido en Cuba como Bartolomeo Sabina Tito, un empresario italiano dueño de tiendas en MLC como Casalinda y con lazos estrechos con la cúpula del régimen cubano.
Según fuentes cercanas al caso, Savina está siendo atendido por un departamento especial del gobierno reservado a personalidades VIP.
Aunque las autoridades confirmaron la detención de un “extranjero residente”, nunca revelaron su nombre ni su nacionalidad. Silencio absoluto.
Vecinos de El Vedado, donde vive su exesposa, aseguran haber oído una fuerte pelea antes del atropello.
"Salió drogado, fuera de sí, buscando hacer daño", dijo una fuente cercana a 14ymedio. “Es la segunda vez que hace algo así en Cuba, y no le pasa nada”, afirmaron.
La familia de la víctima está devastada. Mairovis, recién llegada de Guantánamo con la esperanza de un futuro mejor, dejó tres hijos, uno de ellos estudiante de la escuela militar.
Su madre, entre lágrimas, denunció que ninguna autoridad se ha acercado: "Pido justicia. Pido la pena máxima para ese hombre que me mató a mi hija".
Pero la justicia parece esquiva cuando el agresor tiene amigos en el poder. Berto Savina no es cualquier extranjero. Es el presidente del conglomerado Italsav, con presencia en la Isla desde los años 90.
En entrevistas en medios italianos, se le ve en su despacho junto a una imagen de Fidel Castro, y también ha sido fotografiado con figuras como Esteban Lazo y Miguel Díaz-Canel. En la inauguración de Casalinda, fue visto escoltado por tropas del Ejército.
Lo más grave es la indiferencia oficial. La policía no ha dado un solo parte nuevo. Nadie responde por qué un hombre con antecedentes, presuntamente drogadicto, con historial de violencia y conexiones con el régimen, estaba libre para manejar. ¿Cuántos más deben morir antes de que se actúe?
En un país donde la represión contra voces disidentes es rápida y brutal, la impunidad de personajes como Savina deja claro que no todos son iguales ante la ley.
Hay quienes matan y son protegidos. Y hay familias cubanas que pierden a sus seres queridos sin recibir ni una visita oficial.
La historia del Audi rojo es más que un accidente: es el retrato de una Cuba donde el poder y el dinero pisan más fuerte que la justicia. Y donde el silencio es cómplice del crimen.
Fuente: 14 y medio
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