En Cuba, los apagones han dejado de ser una novedad para convertirse en parte de la rutina nacional. La crisis energética que atraviesa el país sigue sin dar señales de mejoría, y la población lo vive día tras día, noche tras noche.
Así las cosas, la víspera la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) confirmó afectaciones en el servicio durante las 24 horas del día anterior y alertó sobre cortes continuos a lo largo de la jornada. El motivo: un déficit de generación eléctrica que parece no tener solución.
El lunes, la afectación máxima alcanzó los 1,742 megavatios (MW) a las 8:00 p.m., cifra mayor a la prevista debido a la inoperatividad de la unidad 6 de la Central Termoeléctrica (CTE) Renté.
La situación para este martes no es más alentadora: la disponibilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) es de apenas 1,810 MW frente a una demanda de 2,935 MW, lo que ya provocó una afectación real de 1,200 MW desde temprano en la mañana.
El escenario empeora hacia la noche, cuando la Unión Eléctrica pronostica para el horario pico una disponibilidad de 1 960 MW y una demanda máxima de 3 550 MW, para un déficit de 1 590 MW, por lo que, de mantenerse las condiciones previstas, se espera una afectación de 1 660 MW en este momento del día. Un panorama que se repite con una frecuencia alarmante y sin una salida clara.
La raíz del problema es estructural. Unidades fuera de servicio por averías —como las de Renté y Felton— se suman a otras en mantenimiento programado en plantas clave como Santa Cruz, "Céspedes" y Felton.
A esto se agregan restricciones térmicas que dejan fuera 459 MW, junto con 46 centrales de generación distribuida paralizadas por falta de combustible, lo que implica la pérdida de 241 MW más. Otros 142 MW no están disponibles por carencia de lubricantes.
La capital del país no escapa al apagón. Por ejemplo, en La Habana, el servicio se interrumpió el domingo a las 9:30 p.m. y solo fue restablecido casi 10 horas después. La Empresa Eléctrica de La Habana implementó un cronograma rotativo que abarca prácticamente todos los bloques de la ciudad y que se extenderá al menos hasta el 10 de septiembre.
Más allá de los números, el impacto humano es innegable. Sin electricidad, los cubanos enfrentan dificultades para conservar alimentos, acceder al agua potable, utilizar el transporte público y garantizar la atención médica.
El hartazgo social crece, pero las soluciones concretas aún no llegan. Mientras tanto, en Cuba, la oscuridad ya no sorprende… simplemente, se espera.
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