El nieto del dictador Fidel Castro, Sandro Castro, y el reguetonero cubano Abel Díaz Rodríguez, conocido como El Chulo, se encuentran en el centro de una nueva polémica mediática que ha desatado un intenso debate en redes sociales.
Los ataques verbales cruzados entre ambos personajes han dejado a sus seguidores divididos entre música, política y vida personal.
La disputa comenzó durante la participación de El Chulo en el programa Destino, donde el artista no solo reaccionó al saludo que Sandro había enviado previamente al presentador, sino que también lanzó fuertes ofensas contra él, llamándolo “lata vieja” y “descará”.
Estas declaraciones no pasaron desapercibidas y provocaron una respuesta inmediata de Sandro Castro.
A través de sus historias de Instagram, el nieto de Fidel arremetió con un mensaje cargado de sarcasmo y burlas hacia el reguetonero.
En su respuesta, Sandro lo llamó “piquetón ton ton”, ironizó sobre su apariencia y sus tatuajes, y lo acusó de estar lleno de deudas. Además, lo retó directamente a “escuchar su canción para que aprenda un poco de música”, en un tono que mezclaba insultos personales con desprecio artístico.
El cruce de palabras rápidamente encendió las redes sociales, donde seguidores de ambos bandos se han lanzado a defender o atacar a sus ídolos.
Mientras muchos usuarios aplauden a El Chulo por haber criticado sin filtros al nieto del dictador, otros respaldan a Sandro Castro y celebran que le haya devuelto el ataque con dureza.
El episodio no puede analizarse sin considerar el contexto. Sandro Castro, conocido por exhibir lujos y excesos en medio de la profunda crisis económica de Cuba, es visto por muchos como el símbolo de la desconexión de la élite comunista respecto a la dura realidad del pueblo.
Este trasfondo político hace que cualquier declaración suya sea objeto de escrutinio y genere reacciones polarizadas.
Por su parte, El Chulo, un exponente del reguetón cubano radicado en Miami, ha construido su carrera en un ambiente de confrontación con el oficialismo y con figuras públicas vinculadas al poder en la isla.
Sus palabras contra Sandro se interpretan no solo como un ataque personal, sino también como una crítica a lo que representa el apellido Castro dentro de la historia reciente de Cuba.
En este sentido, el conflicto entre Sandro y El Chulo va mucho más allá de la música.
Es una disputa que simboliza el choque entre la élite heredera del poder en Cuba y una generación de artistas que han hecho carrera denunciando la realidad del país desde el exilio.
Por ahora, la guerra de palabras sigue abierta, y no son pocos los que creen que este enfrentamiento tendrá nuevos capítulos.
Lo que es seguro es que tanto Sandro Castro como El Chulo han conseguido lo que parecía inevitable: mantener a miles de seguidores pendientes de cada palabra y cada publicación en sus redes.
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