Jesús Nogueiras, nombre que durante décadas resonó en las salas de ajedrez de Cuba y el extranjero, vive hoy un capítulo doloroso en su tierra natal, Villa Clara. Nacido en Remedios en 1959, comenzó a mover piezas a los siete años y en 1979 se convirtió en el Gran Maestro más joven del mundo, tras brillar en el Campeonato Mundial Juvenil de Hungría.
Su carrera estuvo marcada por la excelencia: alcanzó un ELO de 2.545 en los años 80, conquistó cinco títulos nacionales (1977, 1978, 1984, 1991 y 2000) y fue recordado por su inteligencia posicional y su instinto para el contraataque, especialmente con piezas negras.
Hoy, sin embargo, la partida más difícil de su vida no se libra en el tablero. Según el periodista deportivo Yasel Porto, Nogueiras padece esquizofrenia hereditaria, enfermedad que se ha agravado con el tiempo por la falta de medicamentos y un seguimiento profesional constante. Vive solo en un barrio de Santa Clara, sostenido de manera intermitente por familiares, amigos y colegas del ajedrez, aunque a veces rechaza la ayuda.
La Comisión de Atención al Atleta de Villa Clara ha intervenido en varias ocasiones con asistencia material y médica, pero la complejidad de su enfermedad rebasa esas gestiones. Desde el exterior, excompañeros de profesión han enviado fármacos y víveres, aunque la ayuda privada no logra sustituir la atención estable que requiere.
El caso de Nogueiras ilustra la fragilidad del sistema de salud mental en Cuba y la deuda con figuras deportivas que dieron prestigio a la Isla. Más allá de los títulos y del legado que dejó en las 64 casillas, su realidad actual plantea una urgencia: solidaridad, medicamentos y un seguimiento profesional permanente para un Gran Maestro que hoy necesita apoyo tanto como en su época necesitó rivales sobre el tablero.
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