Mientras la provincia de Matanzas atraviesa una de las peores crisis epidemiológicas de su historia, el régimen cubano ha decidido priorizar la reparación de la Terminal de Ómnibus provincial, una obra que las autoridades promueven con entusiasmo, aunque la población ve como un intento de desviar la atención del colapso sanitario.
La terminal, punto clave para el transporte dentro y fuera del territorio, lleva años en abandono estructural. Ahora, bajo la dirección de la MIPYME Construcciones Hábitat de Matanzas, se ejecuta un plan de restauración “por fases” que incluye apuntalamientos exteriores e interiores, revisión de vigas y cubierta, remodelación de baños y mejoras en los espacios de embarque y parqueo. Según el cronograma oficial, el servicio se reanudará de manera gradual conforme avance la obra.
Sin embargo, para muchos matanceros, esta inversión millonaria resulta incomprensible en medio del colapso hospitalario que sufre la provincia. En los centros de salud, los pacientes con fiebre por dengue, chikungunya y otras arbovirosis se acumulan en pasillos y salas improvisadas ante la falta de camas, insumos y medicamentos.
El Hospital Pediátrico Provincial de Matanzas ha tenido que habilitar aulas universitarias para atender a los niños contagiados, mientras los hospitales territoriales operan al límite, con personal médico exhausto y recursos mínimos.
Fuentes médicas y familiares denuncian la ausencia de reactivos para pruebas diagnósticas, la escasez de soluciones intravenosas y la falta de condiciones básicas de higiene en las instituciones sanitarias. Aun así, las autoridades locales insisten en que “todo está bajo control” y que las cifras de contagios se mantendrán estables “gracias al descenso de las temperaturas”.
El doctor Andrés Lamas Acevedo, director provincial de Higiene y Epidemiología, reconoció recientemente que circulan dos serotipos del dengue (3 y 4) en la provincia, lo que incrementa los riesgos de casos graves. Pero lejos de anunciar medidas urgentes, los funcionarios del régimen han apostado por una estrategia pasiva: esperar que el invierno reduzca la proliferación del mosquito Aedes aegypti.
En ese contexto, la decisión de anunciar con bombo y platillo la remodelación de la Terminal de Ómnibus parece más un gesto propagandístico que una respuesta a las verdaderas necesidades del pueblo.
“Está bien que reparen la terminal, pero ¿de qué sirve si no hay medicinas ni atención médica?”, comentó una residente de Versalles. “¿De qué vale un baño nuevo en la estación cuando los hospitales están sin agua y sin insumos?”.
El proyecto de restauración, que incluye “nuevos salones de espera, baños modernos, iluminación y parqueos organizados”, contrasta con la realidad de miles de matanceros enfermos, sin acceso a un sistema de salud funcional.
La prioridad del régimen, una vez más, parece estar en las fachadas visibles, no en las urgencias que afectan directamente la vida de los ciudadanos.
Mientras el gobierno celebra el avance de las obras en la terminal, Matanzas sigue enfrentando hospitales saturados, barrios insalubres y una epidemia fuera de control, donde la única esperanza que ofrecen las autoridades es que “el frío haga el trabajo que ellas no han sabido hacer”.
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