Las explicaciones, justificaciones, promesas de la dictadura caen en balde roto ¡Todo es una gran mentira, una gran demagogia!
Ahora, además del caos de los apagones, Junior González Núñez, vicepresidente primero de la Organización Superior de Dirección Empresarial Agua y Saneamiento afirmó que la crisis eléctrica en Cuba está directamente vinculada al 70% de los problemas con el suministro de agua.
En una entrevista televisiva oficial, González Núñez detalló que los constantes apagones y caídas de voltaje paralizan el bombeo de agua, provocando una afectación “directamente proporcional” en el servicio hidráulico en todo el país.
El sistema de abastecimiento cubano depende de una compleja red que requiere electricidad para funcionar. La mayoría de los pozos se encuentran alejados de las zonas urbanas, por lo que el agua debe ser bombeada hasta siete veces antes de llegar a los hogares.
Sin energía eléctrica, este proceso se detiene, dejando a la población sin acceso al recurso más vital. González Núñez señaló que, incluso una vez restablecido el servicio eléctrico, el agua puede tardar entre seis y ocho horas en llegar a las ciudades, una muestra clara de la fragilidad de la infraestructura y el impacto que sufren especialmente las comunidades más vulnerables, donde la espera puede extenderse durante días.
Además de la crisis energética, otros factores estructurales empeoran la situación: una prolongada sequía, la antigüedad del equipamiento de bombeo, la escasez de piezas de repuesto y la obsolescencia tecnológica de la red hidráulica nacional.
“El país dedica fuertes recursos financieros para sustituir y mantener estos equipos, que son caros y complejos, pero las roturas son constantes”, admitió el funcionario, sin dar cifras específicas ni explicar por qué el problema persiste después de años.
Como respuesta parcial, el gobierno cubano ha comenzado a instalar sistemas de bombeo alimentados por paneles solares, con 866 equipos fotovoltaicos importados que benefician a zonas rurales en diez provincias. Sin embargo, esta medida es insuficiente frente a la magnitud del problema y pone en evidencia la falta de diversificación energética del país en décadas pasadas.
La mayoría de la población cubana, alrededor del 80%, depende del sistema estatal de acueducto y alcantarillado. El restante 20% recurre a pozos o soluciones alternativas, muchas veces sin garantías sanitarias, lo que agrava los riesgos para la salud pública.
Aunque el funcionario responsabilizó al embargo estadounidense por el déficit energético, expertos señalan que la crisis refleja una estructura estatal ineficiente y tecnológicamente atrasada, que ha priorizado la propaganda política sobre soluciones efectivas.
Mientras tanto, millones de cubanos enfrentan diariamente la incertidumbre de no tener acceso a servicios básicos como la electricidad y el agua potable, esperando una respuesta que todavía no llega.
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