El Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP) reconoció oficialmente la gravedad del panorama epidemiológico en el país, con más de 20.000 casos activos de chikungunya y una proliferación descontrolada del dengue. Las autoridades sanitarias admiten que la situación es crítica y que los recursos disponibles son insuficientes para contener la expansión del mosquito Aedes aegypti, transmisor de ambas enfermedades.
La viceministra de Salud Pública, Dra. Carilda Peña García, declaró que las provincias más afectadas por el chikungunya son La Habana, Camagüey, Cienfuegos, Artemisa y Villa Clara, donde los hospitales enfrentan un aumento de pacientes con fiebre alta, dolores articulares y un agotamiento extremo. Además, muchos de los contagiados que superan el virus desarrollan secuelas dolorosas que dificultan su recuperación y su regreso a la vida cotidiana.
Ante la magnitud del brote, el MINSAP anunció el inicio de ensayos clínicos con el péptido inmunorregulador Jusvinza en la provincia de Matanzas, con el objetivo de reducir los efectos crónicos de la enfermedad. Sin embargo, el entusiasmo por este ensayo contrasta con la frustración ciudadana ante la falta de prevención y control ambiental, factores que han permitido que los mosquitos se multipliquen sin freno.
Según datos oficiales, el índice de infestación del dengue en Cuba es 40 veces superior al normal, con 20.66 casos por cada 100.000 habitantes. Las provincias más golpeadas incluyen Cienfuegos, Guantánamo, Matanzas, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Villa Clara y Pinar del Río, mientras que La Habana, Santiago de Cuba y Camagüey concentran la mayoría de los focos de transmisión.
Más allá de los informes técnicos, la realidad en los barrios cubanos refleja una combinación peligrosa: basura acumulada, salideros sin reparar y una gestión estatal ineficiente. Estos factores han convertido a patios, calles y solares en criaderos perfectos para los mosquitos. La falta de personal para fumigación y la carencia de combustible y productos químicos agravan un problema que, lejos de mejorar, parece expandirse día tras día.
Mientras el MINSAP llama a mantener la higiene y eliminar los depósitos de agua, los ciudadanos se preguntan cómo hacerlo si el propio sistema de recogida de desechos no funciona. El brote de chikungunya y dengue no solo es un problema de salud, sino también el reflejo de una crisis estructural que expone las profundas carencias del país en infraestructura, saneamiento y atención sanitaria.