A una semana del paso del huracán Melissa, Santiago de Cuba continúa hundida en la oscuridad, aunque la prensa oficial insista en mostrar una ciudad “iluminada y en recuperación”. Lo que para los medios estatales es una “muestra de avance”, para los santiagueros es una burla más a su realidad diaria: calles llenas de escombros, árboles caídos, cables colgando y una población exhausta por la falta de electricidad, agua y alimentos.
El periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso desató la polémica al publicar una foto donde se veía la ciudad supuestamente encendida. Sin embargo, los comentarios no tardaron en desmentirlo.
“Mentira descarada, en Pastorita, Altamira y Veguita del Galo seguimos a oscuras”, escribió una residente. Otros usuarios aseguraron que la imagen era vieja o editada, pues “Santiago no se ve así desde antes del huracán”.
La respuesta ciudadana fue contundente: “El 99 % de la ciudad sigue apagada. Los postes siguen en el suelo y la basura apesta por toda la urbe. ¿Por qué mienten mientras el pueblo sufre?”, cuestionó otro usuario en la publicación replicada por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada.
Los testimonios recogidos por vecinos confirman que apenas algunos circuitos, cercanos a hospitales y centros estratégicos, tienen energía. Los hospitales infantiles de La Colonia y La Ondi fueron mencionados como zonas priorizadas, pero el resto de los barrios sigue esperando por las brigadas de reparación que no llegan.
“Ni siquiera han pasado a recoger los árboles caídos, y cuando llueve, todo se inunda. Esto no es recuperación, es abandono”, relató una vecina de Santa Bárbara. La situación se agrava con la escasez de agua potable, el aumento de enfermedades respiratorias y el temor de salir de noche por la falta total de alumbrado público.
Mientras tanto, el malestar crece en redes sociales, donde cientos de cubanos denuncian la manipulación mediática y el silencio de las autoridades. “Nos muestran una Santiago que solo existe en las fotos oficiales”, escribió un joven en X.
En medio del apagón real y el discurso luminoso del poder, Santiago de Cuba resiste entre la oscuridad y la frustración, esperando que la luz vuelva —de verdad— a encender sus calles y no solo los titulares de la propaganda estatal.