El programa de protección temporal para ciertos migrantes en Estados Unidos, que durante años ofreció un respiro a quienes no podían regresar a sus países por riesgo de persecución o tortura, ahora enfrenta un cambio drástico bajo la administración de Donald Trump.
ICE modifica su enfoque y comienza a considerar a quienes contaban con “withholding of removal” y protección bajo la "Convención contra la Tortura" (CAT) como objetivos de detención y deportación.
Según el abogado especializado en inmigración John de la Vega, estas personas no están solicitando asilo, pero habían recibido estas protecciones temporales tras demostrar que regresar a su país de origen representaba un riesgo real.
Sin embargo, a diferencia del asilo, estas medidas no otorgan residencia permanente ni permiten la reunificación familiar, lo que ahora las convierte en vulnerables ante la nueva política migratoria.
El panorama se complica aún más con los recientes acuerdos que Estados Unidos ha firmado con países de África y Asia para trasladar a los migrantes a terceros países. Esto significa que muchos que pensaban estar seguros ahora podrían ser enviados a territorios donde enfrentarían condiciones inciertas e incluso peligrosas.
Entre los más afectados se encuentran cubanos y venezolanos que, tras pasar por otros países antes de llegar a EE.UU., dependen de estas protecciones para mantenerse dentro del país.
La suspensión de remoción y la protección CAT había permitido que los migrantes vivieran durante años sin mayores problemas legales. Ahora, con la posibilidad de revocación por ICE en caso de mejoras en el país de origen, violaciones de las condiciones de protección o apelaciones legales, la incertidumbre crece.
De la Vega enfatiza la importancia de que todos los migrantes bajo estas protecciones consulten con abogados especializados, para explorar opciones legales que puedan salvarlos de la deportación.
En este contexto, el asilo sigue siendo la vía más segura, ofreciendo más garantías de permanencia legal. Pero para aquellos que solo cuentan con medidas como el “withholding of removal” o la CAT, la tranquilidad se ha desvanecido. La nueva política de ICE representa un giro crítico que pone en evidencia la fragilidad del estatus temporal y la urgencia de estar bien asesorado.
La situación plantea un desafío para miles de migrantes que, hasta hace poco, podían vivir con relativa seguridad en EE.UU., y ahora enfrentan la amenaza de ser deportados a un destino incierto, sin la protección que antes creían garantizada.