La comunidad habanera se encuentra conmocionada por la muerte de Lázaro Dreke, un hombre cercano a los 60 años, próspero y reconocido por sus múltiples actividades económicas.
Dreke contaba con un matrimonio estable, propiedades en alquiler para extranjeros, viajes frecuentes al exterior y una MIPYME registrada. Sin embargo, voces en su entorno mencionan que también podría haber estado vinculado a negocios ilegales relacionados con drogas, lo que según especulan algunos, podría haber sido un factor detrás de su fallecimiento.
El hallazgo se produjo este miércoles en las cercanías de Talla Piedra, un sitio al que, según familiares y amigos, él no solía acudir. Lo que genera más desconcierto es que fue encontrado colgado, de rodillas, sin presentar signos visibles de golpes o laceraciones. La posición del cuerpo y la elección del lugar han alimentado dudas sobre si se trató realmente de un suicidio o de un hecho violento cuidadosamente preparado para aparentarlo.
Lázaro era originario de Centro Habana, vivía en la calle Consulado, aunque oficialmente se registraba como residente de Jesús María. Su círculo cercano lo describe como un hombre que trabajaba con empeño, mantenía relaciones sociales amplias y disfrutaba de cierto estatus económico, algo poco común en el contexto actual del país.
Este contraste entre su estabilidad aparente y la forma en que fue encontrado ha incrementado la incertidumbre y la sospecha en torno al caso.
Familiares y allegados han expresado públicamente su exigencia de justicia, solicitando a las autoridades que realicen una investigación exhaustiva. Consideran que las circunstancias de su muerte requieren un análisis profundo y transparente, capaz de esclarecer lo ocurrido y de determinar si existieron motivaciones criminales detrás del hecho.
La situación también reabre el debate sobre la creciente inseguridad en las calles cubanas. En los últimos años, diversas comunidades han reportado un aumento de incidentes violentos, lo que ha generado una sensación de vulnerabilidad entre la población. En este contexto, el fallecimiento de Dreke no solo se percibe como una tragedia personal, sino también como un reflejo preocupante de un entorno cada vez más riesgoso.
Mientras la policía continúa con las investigaciones, vecinos y amigos de Lázaro mantienen viva su memoria y esperan que la verdad salga a la luz. En redes sociales, el llamado a esclarecer el caso se multiplica, con el mensaje claro de que no puede quedar impune un hecho que, por sus características, deja tantas preguntas sin respuesta.