Camagüey enfrenta una grave crisis sanitaria que amenaza la salud y el bienestar de sus ciudadanos. Según denuncias recientes del periodista José Luis Tan Estrada, la ciudad está siendo invadida por una plaga de chinches que se ha propagado rápidamente desde hogares de ancianos hasta hospitales, policlínicos, bancos, oficinas públicas y viviendas particulares.
Esta situación genera alarma entre trabajadores, familiares y usuarios de instituciones públicas, mientras las autoridades locales permanecen en silencio.
El hogar de ancianos ubicado frente a la terminal ferroviaria, en la Avenida Finlay, se ha convertido en uno de los focos más críticos. Las habitaciones, camas y áreas comunes del centro están infestadas y según trabajadores que prefirieron mantener el anonimato, “las enfermeras y asistentes se las han llevado sin querer a sus casas. Los ancianos que entran y salen las han ido llevando a otros lugares”. La ausencia de fumigación efectiva, colchones desinfectados o medidas de control ha permitido que las chinches salgan del hogar, afectando a más personas fuera del centro.
La infestación no se limita a los hogares de ancianos. Instituciones como el Hospital Pediátrico, el Hospital Provincial, varios policlínicos y sucursales del Banco Popular de Ahorro, así como el Correo de la Caridad frente al Palacio de los Matrimonios, presentan casos confirmados de chinches.
Una clienta relató que al intentar mover un banco en el correo, la administradora advirtió: “No se pueden sacar los bancos porque tienen chinches”. Este tipo de situaciones evidencia la magnitud del problema y la falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades.
El deterioro de las instalaciones públicas y la propagación de la plaga son resultado del abandono prolongado y la inacción oficial. La ausencia de planes de fumigación regulares, la utilización de productos ineficaces y la falta de control sanitario han creado condiciones ideales para que la infestación continúe sin freno.
Aunque las chinches no transmiten enfermedades graves, sus picaduras provocan infecciones, reacciones alérgicas e insomnio, especialmente en ancianos y pacientes hospitalizados, aumentando su vulnerabilidad y riesgo de complicaciones.
Mientras la población convive con la plaga, las autoridades sanitarias de Camagüey mantienen silencio. No existen campañas de prevención ni planes de acción visibles, y la ciudad, reconocida como Patrimonio de la Humanidad, corre el riesgo de convertirse también en patrimonio de las chinches. Sin medidas inmediatas, no habrá colchón, silla o banco que esté libre de ellas, y la crisis sanitaria podría empeorar aún más.
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