Holguín, 13 de agosto de 2025
En Mayarí, las autoridades y los CDR organizaron una jornada de toma de presión arterial y donaciones de sangre para celebrar el cumpleaños de Fidel Castro. El acto, presentado como un “homenaje” al Comandante en Jefe, fue exhibido en medios oficialistas como una muestra de compromiso social.
Sin embargo, la realidad es que, detrás de ese despliegue, se oculta la profunda crisis del sistema de salud cubano.
Los policlínicos Universitario 26 de Julio en Mayarí y 8 de Noviembre en Guaro, escenarios del evento, son ejemplos claros de un panorama devastador. Desde hace meses carecen de medicamentos esenciales como analgésicos, antibióticos o antihipertensivos, no cuentan con reactivos para análisis clínicos y las ambulancias disponibles son insuficientes para atender emergencias.
Los consultorios médicos, en muchos casos, están en ruinas y los pacientes deben llevar consigo desde una jeringuilla hasta gasas y sueros si quieren recibir atención.
En hospitales provinciales y municipales, la situación no es mejor. Hay quirófanos cerrados por falta de anestesia o por el deterioro de los equipos y las operaciones programadas se posponen indefinidamente.
No es raro que pacientes con condiciones graves mueran esperando un procedimiento quirúrgico que nunca llega, mientras las autoridades promueven actividades “solidarias” para cámaras y redes sociales.
“En lugar de garantizar una atención médica digna y sostenible, el gobierno ha convertido la salud pública en un recurso para el espectáculo político”, señalan residentes de la zona.
Pedir sangre a un pueblo agotado, sin dar a cambio un servicio de calidad, es un símbolo del desgaste de un sistema que alguna vez fue ejemplo en la región y hoy sobrevive apenas por inercia.
La ironía es evidente: celebrar un cumpleaños con presión arterial y donaciones de sangre en un país donde escasea todo lo necesario para curar a los enfermos no es un homenaje, sino una maniobra propagandística que ignora el sufrimiento real.
Las imágenes de funcionarios sonriendo junto a equipos de medición contrastan con las de pasillos hospitalarios abarrotados, techos derrumbados y familiares desesperados buscando medicinas en el mercado negro.
En Cuba, la salud ya no es un derecho garantizado, sino un recurso político. Y cada acto como el de Mayarí confirma que el interés del poder no es salvar vidas, sino perpetuar un relato.
Fuente: Yosvany Mayeta
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